Article d’opinion publicat en https://www.huffingtonpost.es/opinion/el-socialismo-medio-incompatible-corrupcion.html
“Podremos tropezar, podremos equivocarnos, pero el Partido Socialista ha demostrado que es el único capaz de liderar una alternativa para una sociedad más justa y democrática”.
La política española está viviendo su particular ola de calor, que se suma a un ambiente convenientemente caldeado desde el principio de la legislatura. En pocos días, se han sucedido varios acontecimientos que merece la pena comentar.
El primero de ellos tiene que ver con la corrupción, que es un quebranto de la confianza democrática. Por eso, una vez apartados de la vida pública sus protagonistas, el Partido Socialista tiene la responsabilidad de restaurar esta confianza a través de la colaboración con la justicia y de la profundización de las medidas de regeneración democrática y ética. En este sentido, vale la pena destacar la tarea que viene desarrollando la nueva secretaría de organización coral para este propósito. Seguro que el Comité Federal de este sábado nos dará pistas al respecto.
Asimismo, nunca nos cansaremos de repetir que la política es una tarea noble, ejercida por una abrumadora mayoría de personas honestas y responsables. Buena prueba de ello es el testimonio que dan día a día tanto la militancia de la organización como el conjunto de concejales, alcaldes y representantes públicos al servicio de una sociedad más justa, igualitaria y fraterna.
Porque no es cierto que todos los políticos son corruptos o responsables del actual clima de polarización. Solo hay que percatarse de dónde proceden los gritos, golpes y exabruptos en cada sesión plenaria del Congreso. Estas actitudes deslegitiman a sus promotores porque faltan no solo al debido decoro de la Cámara sino a la ciudadanía a la que representan.
Porque la política es cuestión de dignidad. Y la dignidad se construye sobre la base de la autonomía de las personas. Sobre esta dignidad tenemos que construir una nueva práctica política, todavía más transparente, más precavida ante la posibilidad de nuevos quebrantos, más democrática, en suma. Y más social.
Porque no se trata de desandar lo andado, sino de profundizar un proyecto de transformación, que apuntala la dignidad de la ciudadanía. Así lo viene haciendo el Gobierno de coalición, con medidas tan relevantes como la subida de las pensiones o del salario mínimo interprofesional, con iniciativas valientes que nos permiten liderar el crecimiento europeo a través de la protección social y la transición energética. Por eso, es mal negocio aliarse con los negacionistas del cambio climático, cuyas consecuencias estamos sufriendo estos días a través de este calor persistente, batiendo récords de temperaturas en un mes de junio.
Porque nos queda tarea por cumplir también en el ámbito internacional, con una política basada en el multilateralismo y la ayuda al desarrollo, como ha demostrado el presidente Pedro Sánchez en la cumbre de la ONU de Sevilla.
Porque no podemos dejarnos atrapar por la deriva trumpista de la peor oposición, cuyo líder ha cuestionado nuestro sistema electoral, como hicieron en su momento Trump, Bolsonaro o Milei. También ha menospreciado el “incremento indiscriminado” del salario mínimo, según sus palabras, mientras se ha mostrado dispuesto a apoyar el aumento irracional de hasta el 5 % del PIB en defensa. Así, Feijóo está en abierta oposición a la postura mostrada por el presidente en la cumbre de la OTAN. No cabe duda de que este incremento comprometería el desarrollo del estado del bienestar y sería fuente de nuevos malestares de los que se alimenta la derecha autoritaria.
El presidente del PP tampoco se ha cortado en criticar la legitimidad de instituciones fundamentales como el Tribunal Constitucional con motivo de la Ley de Amnistía. Por el contrario, los que vivimos el procés como un desgarro no solo político sino social y familiar, hemos recibido la Ley de Amnistía como un alivio, como un acto de reconciliación democrática, como un acto de generosidad de los que de vez en cuando se dotan las democracias para fortalecerse.
En fin, podremos tropezar, podremos equivocarnos, pero el Partido Socialista ha demostrado que es el único capaz de liderar una alternativa para una sociedad más justa y democrática, al servicio de una nueva mujer y un nuevo hombre. Como diría Fernando de los Ríos, el socialismo no es un fin en sí mismo, sino un medio, una exigencia humana, una práctica política incompatible con la corrupción, porque nace del imperativo práctico del interés general.
El socialismo concierne a la vida del espíritu, es decir, a la vida integral, e íntegra, de la persona, y aspira a superar el estado actual de injusticia mediante la humanización de la economía y la sociedad. Esta es nuestra tarea: darle a la sociedad y a la política un nuevo sentido humanista, porque el humanismo es la síntesis originaria de una vida orientada por la idea de la finalidad armónica de todos sus seres.