El Camin Reiau es mucho más que un simple camino. Es el columna vertebral de la historia aranesa, un hilo de tierra pisada que conecta pueblos y personas. No es sólo una travesía, si no un testigo de la historia de Aran. No se conoce una fecha exacta que marque “la construcción del Camin Reiau” en su forma moderna, porque en realidad es un trazado compuesto, con una antigua base romana, proveniente de la Carretera Tolosana, que se ha moldeado, adaptándose, ampliándose y reconstruyendo su uso.
Durante siglos, se convirtió en el arteria de comunicación interna. Mantenida y enriquecida por generaciones y centenares de años, permitió el intercambio y la perduración de la identidad aranesa. Durante siglos, fue la ruta principal para todo: comunicarse, comerciar, buscar ayuda…
En época medieval la ruta dotaba de gran importancia como camino para hacer a caballo, para personas, animales y comercio interno. Y antes de las infraestructuras modernas, era la carretera que conectaba todos los pueblos de Aran, teniendo también un gran papel social e identitario, ya que era un espacio de encuentro, contribuyendo así a la cohesión entre los diferentes pueblos de Aran. El camino era usado para acceder también a los pastos de altura, a los bosques para extraer leña y madera, puntos de agua y molinos.
Además, dada su ubicación geográfica de frontera, fue clave en el ámbito militar y estratégico. Durante diversos momentos históricos, el Camin Reiau (o las rutas que hoy forman parte de este) fue usado en los conflictos bélicos. Las guerras entre Francia y España en los siglos XVII y XVIII, la Guerra de Sucesión Española los primeros años del 1700, tanto como la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial y la Invasión de Aran en el 44, la conocida “Operación Reconquista”, entre otros, tuvieron el Camin Reiau como escenario.
Asimismo, este camino fue también protagonista del tráfico de mercadería y de contrabando, que fue una actividad común, especialmente en los periodos de crisis económica o control estatal (siglos XIX-XX). Actualmente, algunos de los tramos del Camin Reiau coinciden con antiguos “caminos de contrabandistas”.
El Camin Reiau no era sólo un camino rural, si no que tenía un gran valor estratégico, económico, identitario y social. Subía en algunos lugares por trozos adoquinados, en otros se abría paso entre las hierbas o al medio del bosque, pero siempre con una finalidad clara: mantenerse y sostener Aran.
Con la modernidad ha perdido parte sus funciones cotidianas, pero ha ganado nuevas: ruta de senderismo, recurso turístico, conservador del patrimonio vivo, factor de desarrollo territorial sostenible. Ahora es posible volver a hacer el camino entero. Es posible, sobre todo, entender que mantener un camino es mantener la memoria viva.
El Camin Reiau no es el único en Aran, pero en él, cada paso es un testigo. Cada agujero, una historia. Cada curva, una oportunidad para comprender mejor dónde vamos, si sabemos de donde venimos. El Camin Reiau, hoy, es un ejemplo de como pasado y futuro pueden andar de la mano.